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El fin de ISON: un emocionante espectáculo
El cometa ISON ha tenido una vida mediática con altibajos: descubierto el 21 de septiembre de 2012 cuando todavía se hallaba a mayor distancia del Sol que Júpiter, las primeras estimaciones apuntaban a que podría alcanzar un brillo superior al de la luna llena cuando se acercara a su perihelio, o región de la órbita más cercana al Sol. El entusiasmo corrió por los medios de comunicación y las redes sociales, que se llenaron de titulares sobre "el cometa del siglo". Sin embargo, la emoción se quebró con las estimaciones de brillo posteriores y en los meses de septiembre y octubre se hablaba de ISON con cierta desgana, hasta que el pasado 14 de noviembre se anunciaba un estallido de actividad y un importante aumento del brillo del cometa, ya visible sin instrumentos ópticos. ISON ofreció un bellísimo espectáculo celeste hasta el 28 de noviembre, fecha en la que se enfrentó a una distancia de menos de dos millones de kilómetros de la superficie del Sol lo que, a escala astronómica, supone prácticamente rozar nuestra estrella.
Ya antes de su máximo acercamiento algunas fuentes apuntaban que el núcleo se había fragmentado (precisamente, durante los días siguientes al primer estallido de actividad, que tuvieron su réplica el 19 de noviembre). La información de una posible ruptura se basaba en la presencia, en una imagen de ISON del Instituto Max Planck para la Investigación del Sistema Solar (imagen inferior), de lo que se conoce como "alas del cometa", dos estructuras simétricas en forma de arco que emergen de la coma y que en algunos casos se producen por la fragmentación del núcleo. Sin embargo, desde la página de la Campaña de Observación del Cometa ISON de la NASA (CIOC) se advertía de que la propia simetría de las "alas" hacía poco probable que se debieran a una fractura del núcleo, ya que estos eventos suelen ser asimétricos. Además, apuntaban que antes del estallido se habían detectado chorros de gas procedentes del núcleo que podían haber dado lugar a las alas o que estas podrían deberse también a la interacción del cometa con el viento solar.
Observatorios de todo el mundo siguieron la trayectoria de ISON esos críticos días, y las últimas noticias antes del perihelio resultaban desalentadoras, ya que el 25 de noviembre informaban desde Caltech y desde la radioantena IRAM (Granada) de un descenso considerable en la producción de ácido cianhídrico, lo que podía significar que la actividad del núcleo se había detenido o que el núcleo ya no existía. Sin embargo, era pronto para sacar conclusiones y la proximidad del cometa al Sol hacía muy difícil obtener buenas observaciones desde tierra, de modo que astrónomos profesionales y aficionados esperaron a que el cometa entrara en el campo de visión de SOHO, un satélite de observación solar de la NASA.
El 27 de noviembre el coronógrafo LASCO, a bordo de SOHO, enviaba datos que apuntaban a un aumento de brillo de ISON en un factor cuatro, de modo que la emoción resurgió... durante apenas veinticuatro horas. El constante seguimiento de la evolución del cometa por parte de SOHO (izda) mostró el 28 de noviembre un significativo descenso de brillo a lo largo de la mañana, y a lo largo de la tarde las imágenes de la misión STEREO (NASA) supusieron un verdadero jarro de agua fría: ISON se había vaporizado por completo (dcha).
Sin embargo, el viernes 29 nos despertábamos con una nueva sorpresa del que desde la NASA denominaron "el cometa de Shrödinger", porque ISON ha demostrado una capacidad ilimitada para sorprendernos e incluso para estar vivo y muerto al mismo tiempo. Tras el perihelio, una débil nubecilla de polvo aparecía en las imágenes de LASCO, algo que al parecer es bastante habitual en los "sungrazer comets", de modo que nos sentamos a esperar a que se desvaneciera. Pero no lo hizo. Las imágenes de SOHO mostraron un innegable aumento de brillo, y se lanzaron hipótesis sobre una posible supervivencia de parte del núcleo aunque la coma y la cola se hubieran evaporado por completo. Y, nuevamente, llegó la decepción: según se alejaba del Sol, la pequeña nube brillante fue perdiendo intensidad y las hipótesis viraron hacia una pequeña nube de polvo como responsable del brillo y no a un fragmento del núcleo del cometa.
Aún estamos pendientes del análisis de los datos post perihelio y de las observaciones que tomará el telescopio espacial Hubble a mediados de diciembre para determinar si algo sobrevivió el acercamiento al Sol y qué fue. Todo apunta a que ISON no sobrevivió al perihelio, pero sin duda ofreció un espectáculo emocionante.
Ilustración que muestra la evolución real de ISON a partir de imágenes de SOHO y la que hubiera presentado en caso de sobrevivir al perihelio (esta ilustración se basa en la evolución del cometa C/2011 W3 (Lovejoy). Ilustración de Jam123 (Wikipedia).